Bienvenidos a la Realidad...

Sean bienvenidos a esta novela negra que irá avanzando poco a poco y en la que iré escribiendo capítulos a medida que hayan seguidores y me los vayan pidiendo. Espero que disfruten...

viernes, 7 de mayo de 2010

El comienzo de la pesadilla (Capítulo 2)

(Un año atrás)

4 de Julio de 2009

El calor apretaba en la soleada villa de Bulftown. Un calor asfixiante, pero dulce a la vez, dulce ya que, como todo calor anunciaba la llegada de las vacaciones de verano, las vacaciones más esperadas a lo largo del año.

Los niños llamaban al camión de los helados, deleitando sus gaznates con el agradable sabor de vainilla y chocolate, el único sabor que comerciaba el antipático señor de los helados, cuyo carácter contrastaba con su profesión. Un carácter que, en cierto modo, me recordaba al mío.

Los jóvenes recorren la villa con sus flamantes bicicletas de montaña de colores brillantes y llamativos a la vez.

Justo en ese momento el timbre dio lugar a sus sonido estridente y repetitivo, seguido de un YA VOY procedente de los labios de mi madre. Tras una espera relativamente pequeña, la puerta mostró tras ella la silueta oscura, contrastada por la luz solar, de mi padre. Una silueta grande, robusta y tan ancha que le dificultaba entrar por la angosta puerta trasera, producto de años de matrimonio con mi madre, una madre que definiría un modelo universal de madre.

El resto del día, como cualquiero otro, fue monótono, es más, diría que el más monótono de todos, de no ser por mi visita esa misma tarde a la biblioteca, y mi encuentro casi casual con Sartre. Todo ocurrió por puro azar, cuando, tras dejar la mochila en la taquilla y acompañar este movimiento por el suave giro de mi muñeca con las llaves en mi mano, proseguí mi camino hacia la entrada cuando, al doblar la esquina, y cual película de Hollywood, esa inoportuna mujer, ya entrada en años se topó en mi camino. Este encuentro tan repentino ocasionó un sobresalto en la pobre mujer, quien dejó caer al suelo sus apuntes. Tras este fortuito encuentro, mi cuerpo ,casi inconscientemente, se inclinó y agachó ahsta llegar a la altura de los apuntes, y tras esto me digné a recojerlos. Eran apuntes hechos a mano, unos apuntes con una caligrafía de calidad paupérrima, y de la que solo distinguí unas pocas palabras, entre las cuales destacó ...

Durante toda la tarde en la biblioteca no pude concentrarme con la misma intensidad como de costumbre. A cual pesadilla, la palabra "Sartre" junto con la curiosidad, fusionadas a modo de amalgama, perturbaban mi concentración, de hecho, incluso tras la cena, esta idea de Sartre no desaparecía en mi mente, hasta que, de hecho, me instó a levantarme de la cama sobre las doce de la noche y encendí el portátil sobre el sofá del salón.

Los dedos bailaron sobre las teclas, una danza que finalizó sobre la tecla intro. Esta coreografía involuntaria dio lugar a sucesivas páginas filosóficas entre las cuales predominaban dos palabras... y ...

(¿Existencialismo?... ¿que será?... preguntras de este estilo rondaron por mi mente durante días, intermitentemente, a rachas... ¿Qué significaba esto?... ¿Donde acabaría todo?...)

Ahora que la historia ha acabado, sencillamente desearía que este día hubiese sido un día monótono, sin encontrarme con la señora, ni con Sartre, por mi camino...

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